Reseña Histórica
Una tradición que perdura: Virgen del Valle, patrona de Oriente
Desde tiempos inmemoriales, las costas de Lechería han sido testigos de las más hermosas expresiones de devoción hacia la Virgen del Valle. Ella es el símbolo de fe más grande que tienen los lecherienses.
Este fervor se materializa en una de las celebraciones religiosas más importantes del Oriente del país: las fiestas en honor a la Nuestra Señora del Valle del Espíritu Santo. Esta tradición ha sido moldeada por años de costumbres, creencias y eventos que han dejado una huella importante en la identidad y cultura de sus habitantes.
Los pescadores y la Virgen: Raíces de la devoción en Anzoátegui
Según la historia, la veneración a la Virgen inició en Anzoátegui cuando llegaron a tierra firme los pescadores margariteños en los siglos XIX y XX, encontrando en ella refugio espiritual y una guia segura en sus viajes. Con el pasar de los años, la devoción se arraigó en el corazón de los habitantes de Lechería.
En el libro Devociones, Virgen del Valle, publicado por Últimas Noticias en 2013 reseña que en 1960 los vecinos se organizaron para hacer proyecciones de películas, rifas y otras actividades con el objetivo de recolectar los 800 bolívares, costo de la imagen de la Virgen mandada hacer en Colombia, siendo la figura que se venera en la iglesia parroquial María Auxiliadora.
Fe y fervor popular: La fiesta de la Virgen del Valle en Lechería
El inicio de las celebraciones comienzan con la Santa Misa donde se realiza la tradicional bajada desde su altar, junto a la feligresía, autoridades municipales y eclesiásticas, además de su fiel cofradía Nuestra Señora Del Valle.
En los días previos a la conmemoración, se lleva a la Patrona de los Pescadores por distintos sectores de la ciudad para realizar la novena, llevando fe y esperanza de un mejor porvenir. En los rosarios, momentos de profunda reflexión y oración, se reza por distintas peticiones: por la salud, la juventud, los cuerpos de seguridad, la familia, los gobernantes, por los abuelos, por los deportistas, y por el sector cultural.
El último día de la novena son las vísperas de la Natividad de la Virgen María, en las que se eleva la oración en el Santo Rosario, la Santa Misa y el Canto del Salve. Este mismo día, los vecinos se reúnen para honrar con una serenata a la virgen, para esperar el inicio de su día a las 12:00 a.m.
Es un momento caracterizado por la alegría, aplausos y presentaciones culturales, que se expresa a través de polos, gaitas margariteñas, galerones y malagueñas, como parte del inmenso repertorio dedicado a la madre del pueblo Oriental.
Cada 08 de septiembre, el repique de las campanas inicia el festejo. Lechería se viste de fiesta para celebrar a su patrona, los vecinos sacan a sus vírgenes, engalanando las calles con flores, banderines y música.
El rito eclesiastico comienza con la misa de aurora, seguida de la procesión desde el templo María Auxiliadora hasta Playa Mansa, donde se reúne la feligresía con gran fervor religioso, para entonar cánticos y ofrecer plegarias a su patrona en la Misa Solemne.
Un legado familiar: La historia de la procesión marítima de la Virgen de los
pescadores
Una de las tradiciones más esperadas es la procesión de la Virgen del Valle por la franja costera de Lechería luego de la misa matutina. Un momento en el que cientos de embarcaciones se unen en el paseo de la madre del pueblo oriental para bendecir las aguas y renovar las promesas.
La procesión es parte del legado cultural de la región, que se ha realizado por 62 años en la emblemática embarcación “La Cubana”, un peñero de madera con una longitud de 9 metros. Este legado inició en el seno de la familia Marval y posteriormente, fue Luis Hernández, mejor conocido como Luis Lope, quien la comandó por 36 años.
Hoy en día, Juan Marval, perpetúa la tradición de restaurar La Cubana cada año, lanzarla al mar, adornarla con banderines y flores para el 08 de septiembre, para pedirle a la santa virgen protección para los pescadores y prosperidad para la comunidad. La celebración de la Virgen es mucho más que una fiesta religiosa, es una expresión de la identidad cultural de cada lecheriense, un momento para reencontrarse con la fe y sus raíces. Cada año esta tradición evoluciona, pero mantiene su esencia de devoción y amor por esta tierra, transmitiéndose generación en generación.